Los comercios se enfrentan a una creciente demanda de repelentes que agota rápidamente sus existencias. Lo que comenzó como un fenómeno localizado ha evolucionado en una búsqueda frenética por parte de los residentes de la ciudad, generando escenas de estantes semivacíos y precios cambiantes.
La situación recuerda a principios de abril, cuando una invasión de mosquitos coincidió con un aumento en los casos de dengue, dejando los repelentes agotados en cuestión de horas. Ahora, una vez más, los estantes de los comercios se ven despojados de aerosoles, los preferidos por los clientes, mientras que los repelentes en crema o gel, menos populares, aún pueden encontrarse en algunos establecimientos.
Los precios fluctúan entre los diferentes comercios, con hipermercados ofreciendo productos a precios significativamente menores que las farmacias. Sin embargo, la demanda es constante, con clientes que compran rápidamente ante la aparición de nuevos suministros.
Según los comerciantes, la imposibilidad de bajar los precios radica en los costos de los lotes recibidos de los distribuidores, aunque se observa una leve disminución en comparación con los precios de hace un mes. Los repelentes para bebés y niños son los más caros y aún así los más fáciles de conseguir, mientras que los repelentes naturales a base de citronella también se venden a precios superiores.