La empresa Transportadora de Gas del Norte (TGN) ha finalizado exitosamente las obras de readecuación en sus plantas compresoras de Deán Funes y Ferreyra, ubicadas en la provincia de Córdoba. Estas mejoras, que forman parte del ambicioso plan de reversión del Gasoducto Norte, permitirán incrementar en un 50% la capacidad de transporte de gas natural desde la prolífica formación de Vaca Muerta hacia las provincias del norte argentino.

Con estas readecuaciones, el volumen de gas transportado desde la Cuenca Neuquina pasará de 10 a 15 millones de metros cúbicos diarios, una vez que se completen las obras del Gasoducto de Integración Federal y los primeros 31 kilómetros del loop del Gasoducto Norte. Este último consiste en una tubería paralela que se conecta al ducto principal, aumentando significativamente la capacidad de transporte.

Las mejoras en Deán Funes y Ferreyra se suman a las modificaciones realizadas previamente en las plantas de Tío Pujio y Leones, marcando un avance clave en el proyecto destinado a garantizar el suministro energético en el norte y centro del país, con el objetivo de reducir la dependencia del gas importado de Bolivia.

TGN, que opera y mantiene más de 11.100 kilómetros de gasoductos de alta presión en Argentina, ha demostrado una vez más su capacidad para liderar proyectos energéticos de alta complejidad. Con la finalización de las obras en Deán Funes y Ferreyra, la empresa podrá movilizar gas en sentido inverso desde Córdoba hacia Tucumán y Salta, lo que dinamizará el abastecimiento a hogares, industrias y centrales eléctricas en esas regiones.

La reversión del Gasoducto Norte no solo permitirá sustituir importaciones, sino que también abrirá nuevas oportunidades de exportación de gas hacia Brasil a través de Bolivia. Este mercado, altamente demandante, representa una oportunidad estratégica para Argentina y sus operadoras, en un contexto donde el gas de Vaca Muerta sigue ganando protagonismo a nivel mundial.

En los próximos meses, con la conclusión de estas obras, Argentina pondrá fin a 18 años de importaciones de gas desde Bolivia, marcando un hito en la historia energética del país y abriendo nuevas perspectivas para la exportación a uno de los principales mercados del Mercosur.