Cada año, el 13 de diciembre, la Iglesia Católica honra a Santa Lucía, una joven cristiana de Siracusa que entregó su vida en defensa de su fe durante la “Gran Persecución” del emperador Diocleciano, a finales del siglo III.
Santa Lucía es una de las santas más queridas y veneradas, especialmente por su conexión con los ojos y la vista. Su nombre, que significa “luz”, la ha asociado con la capacidad de ver tanto en sentido físico como espiritual. Desde la Edad Media, millones de fieles acuden a su intercesión para la protección de la salud ocular.
En varias partes del mundo, la festividad de Santa Lucía se celebra con procesiones llenas de luz y cantos, siendo un símbolo de fe y esperanza en medio de la oscuridad. Su legado espiritual trasciende fronteras y generaciones.