Alumnos con discapacidad crean un repelente

A través de un proyecto correspondiente al taller prelaboral que se dicta en la Escuela Especial N°6 “Doctora María Montessori”, los estudiantes comenzaron a producir un repelente con el objetivo de prevenir la picadura del mosquito que contagia el dengue.

“Nosotros tenemos una población de alto riesgo, entonces con chicos de cuarto, quinto y sexto año con debilidad mental dijimos ‘tenemos que hacer algo para ayudar a las familias a no contagiarse’”, comentó la docente a cargo del proyecto, Natalia Garbero.

En primer lugar, la institución realizó una campaña de concientización con folletos, y luego los docentes y alumnos se pusieron manos a la obra para obtener la loción.

“Probamos primero con agua y vainilla, que los usábamos dentro de la escuela y cada uno se la llevó a su casa y ellos vieron que el mosquito no los picaba”, relató.

Mientras tanto, investigaban qué otras propiedades podrían funcionar para llevar adelante el proyecto: “Así descubrimos que con el árbol de aguaribay podíamos hacer repelente, de acuerdo a sus propiedades, y también probamos utilizar limón”.

El producto final contiene hojas y ramas de aguaribay hervidas y maceradas durante quince días.

Además de impulsar la prevención de la enfermedad, los alumnos aprendieron el paso a paso de la fabricación de un producto.

“Hay algunos chicos que no saben leer, no saben escribir y tuvimos que hacer cosas muy concretas para explicarlo. En el proceso algunos se encargaron de la etiqueta, otros de envasar, otro de colar para después colocarlo cada uno a su frasquito”, comentó.

Según la docente, actualmente tienen 20 litros del líquido macerando “porque si bien está comenzando a hacer frío hay que seguir cuidándonos”.

Está en los planes crear el repelente en versión crema: “Vamos a empezar a hacer este proceso, entonces aprenderemos cómo se hace, trataremos de hacerlo para que sea más cómodo también para ellos trabajar y ver las distintas sustancias que hay”.

Aseguró que los estudiantes, que oscilan entre los 15 y los 18 años, “están felices porque ellos pueden participar con la sociedad o pueden hablar y contar lo que hacen”.

Para recuperar el dinero que utilizó la escuela en la compra de los envases y poder obtener más insumos, se encuentran vendiendo el producto en la escuela a $2 mil los 750 mililitros.